«¿Quién no lleva una cabra dentro? Una cabra puede ser un disgusto, una obsesión, un objeto de deseo, un tesoro. Tarde o temprano, sentimos la necesidad de dialogar con la cabra que llevamos dentro y convencerla de que entre en vereda. Y el animalico lo hace, se aviene. Se producen entonces en nuestras vidas momentos radiantes, de conformidad luminosa. Así, empecé yo hace unos meses, a escribir los textos que dan cuerpo a este libro. El milagro de convertir en letras, palabras o frases lo que fragua el pensamiento-cabra se produce con la doma de las ideas-cabras.
»Amaestrada la cabra, sujeta a norma escrita y dibujada, uno, en esta feria del mundo, la exhibe sin escalera y sin látigo. Y por si caen unas perras en la boina.»